sábado, 23 de julio de 2011

El naufragado "Flamstead", en el relato de Gustave Verniory

En febrero del año 1897 el ingeniero belga Gustave Verniory, debido a la paralización de faenas de construcción de la vía férrea de Temuco a Pitrufquén, decide tomarse unas vacaciones en la costa de Araucanía, en el sector de la desembocadura del río Imperial. Junto a Louis Chanceaulme y a "Candelario",  el mozo de éste, hace una viaje a caballo, bordeando el río Cautín hasta Nueva Imperial, para proseguir hasta Carahue, en donde se alojan "en un excelente hotel". AL día siguiente continúan su viaje, atravesando en balsa el río y llegando a Bajo Imperial, actual localidad de Puerto Saavedra. Desean asearse, pero descubren que aquella aldea no posee un hotel, pero un comerciante oportunista, Julio Cabeza, les ofrece diversos servicios aprovechándose de estos turistas (Verniory lo describe como "el abusador de Cabeza"). Más tarde buscan infructuosamente una cabañita con vista a la playa. Verniory relata: "Entonces tenemos una idea que yo califico modestamente de genial. Algunas leguas hacia el sur, hay un gran barco naufragado. ¿Por qué no nos instalamos dentro de los restos? Galopan por la playa hacia el sur, cruzando el desagüe del lago Budi, y luego de unas siete leguas, llegan hasta el "Vlamstead" (así lo escribe Verniory).
El Flamstead fue un buque perteneciente a la compañía "Lamport & Holt", de unas 3.381 toneladas, que naufragó el 27 de marzo de 1892, luego de haber cruzado el Atlántico tras haber iniciado su viaje en Liverpool. El Flamstead "que venía de Amberes, fue arrojado a la costa una noche de tempestad hace tres o cuatro años. Según lo que me cuentan, había fiesta a bordo; capitán y piloto estaban más o menos ebrios. Un solo pasajero, un portugués, se ahogó. La carga, de valor de más de cuatro millones de francos, fue casi enteramente salvada. Se ven todavía en la playa restos de grandes galpones construidos para salvar la mercadería, principalmente cemento. El barco mismo fue abandonado; no queda más, hoy día, que la imponente armazón. Los muebles, el maderamen, las puertas, los pisos, fueron robados por quien quiso. Recientemente, carpinteros de Bajo Imperial sacaban las últimas piezas de madera. El buque puede tener 120 a 140 metros de largo. Ignoro su tonelaje, pero debió ser sobervio, tan grande como el "Potosí" en que yo me vine".



El "Flamstead", naufragado entre Puerto Saavedra y Toltén
(Colección Museo Histórico y Antropológico Mauricio de Maele, Valdivia, en "Centenario de 1910")

Como la marea está baja, estos exploradores acceden al naufragio, dándose cuenta de que es imposible ocuparlo como alojamiento, al no existir ya ninguna cabina. "Solamente encontramos un inmenso conjunto de planchas oxidadas sin el menor rastro de maderas. La armazón es de tal manera sonora que a cada ola que golpea sus flancos resuena un estruendo ensordecedor. Habría sido en todo caso imposible dormir allí. Decididamente mi idea "genial" no es realizable." Regresan a Carahue y, unos días después, Verniory regresa al lugar con el hermano de Louis Chanceaulme, Pierre. "Esta vez he traído mi Winchester. La punta del gran mástil está coronada por una gran bola dorada que brilla al sol. Nos entretenemos disparándole con nuestras carabinas hasta demolerla. Nos traemos algunos trozos como recuerdo".

(Relato de Gustave Verniory en "Diez años en Araucanía 1889-1899", Primera Edición, 1975, Ediciones de la Universidad de Chile; Cuarta Edición, 2005, Editorial Pehuén)

En el transcurso de los años el sitio del naufragio y los restos del Flamstead fueron el destino preferido de cientos de turistas, que, en variados medios de transporte, llegaban a visitar esa particular zona costera de La Araucanía. La acción humana, así como el agua marina, la acción de las mareas y la exposición a los implacables agentes naturales terminaron por ir haciendo desaparecer de la vista a aquel vapor de transporte de mercancías. Es así como, en la década de los años 1930, ya sólo era posible visitar la proa de aquel otrora gran buque, lo que puede observarse en la siguiente imagen, cedida a este autor de "Araucanía: historias y patrimonio" por don Tomás Ramírez Álvarez, quien la tomó de un antiguo álbum familiar. Indica el señor Ramírez que la fotografía original fue hecha por el entonces vecino de Carahue don Axel Jorgensen Valck, entre los años 1936 a 1938.




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